lunes, 27 de febrero de 2012

Santiago de Compostela, la ciudad del Apóstol.

En el extremo más noroccidental de la Península Ibérica, en el lugar en el que la tierra y el agua del Océano Atlántico se encuentran, está el fin del mundo conocido… bueno, al menos eso se pensó durante siglos. Al menos hasta que un navegante intrépido, buscando las Indias, encontraba las Américas. El lugar en cuestión se llama Finisterre (del latín finibus terrae: literalmente “fin de la tierra”) y es el accidente geográfico más occidental del norte peninsular. Evidentemente la imaginación humana propició que este lugar fuese mágico durante siglos. Hasta la llegada del humanismo, y más concretamente hasta el descubrimiento de América, se pensó que la tierra era plana, y que por tanto frente a las costas gallegas tan sólo existía un abismo al que se vertían las aguas marítimas. Cuando esta ilusión se rompió finisterre perdió parte de su magia. Pero ya no importaba, porque el lugar había sido durante siglos lugar de mitos, fábulas, historias y encuentros. El más mítico de todos, el de mayor trascendencia para la historia de España, fue la llegada de un cuerpo santo, nada menos que el de un apóstol de Cristo a este lugar. Se estaba dando el primer paso para la fundación de la futura ciudad de Santiago de Compostela, y se reafirmaba el creciente cristianismo de la población de la Península Ibérica en el momento, no casualmente, más oportuno.

Una rocambolesca historia basada en textos sagrados, noticias documentales –escritas a partir del siglo IX– y sobre todo leyendas interesadas, nos explica cómo y por qué sucedió este hecho milagroso: cómo el cuerpo del Apóstol Santiago, muerto en el año 44d.C. viajó desde Tierra Santa hasta la región de Gallaecia en la provincia romana de HispaniaPero en realidad la historia de Compostela como ciudad no arranca con la muerte del Apóstol, sino ocho siglos después. Fue hacia el año 813 (fecha que varía de acuerdo a las fuentes históricas que se consulten) cuando un pastor llamado Pelagio, guiado por señales celestiales, descubrirá la tumba en la que reposan los huesos sagrados. La noticia llegará inmediatamente a oídos del Obispo Teodomiro, que avisará a Alfonso II, rey del incipiente reino de Asturias, y juntos visitarán el lugar. Identificarán la tumba y para protegerla construirán una pequeña capilla sobre ella. El lugar, poco a poco comienza a recibir visitantes –peregrinos–, y de este modo en el lugar se irá formando una ciudad. Ha nacido Santiago de Compostela, y se está formando el Camino de Santiago, ruta que se extenderá por toda España y por Europa para acercar a los peregrinos a la nueva ciudad, que durante siglos fue por diversas razones históricas el punto de peregrinación más importante de toda la cristiandad.

No está pensado este blog para abrir discusiones o para poner en duda hechos. Sea historia, sea leyenda, sea mito, la realidad es que fue así como se fundó la ciudad de Santiago de Compostela, en plena Edad Media. No es un hecho aislado, sino que son muchas las ciudades españolas y europeas que tienen su origen en historias similares a esta. La realidad es que se fundó un asentamiento humano basándose en estos argumentos, y esa ciudad es todavía hoy una realidad: Santiago de Compostela. La ciudad es capital de la Comunidad Autónoma de Galicia y está situada en la provincia de La Coruña, a escasos kilómetros de ese lugar mítico que es Finisterra. Su tamaño actual es modesto, con unos 100.000 habitantes aproximadamente, pero su importancia cultural, histórica y política todavía es indudable. A pesar de contar con un cinturón industrial notable, y de ser el centro de administración y servicios de toda la comunidad gallega; el principal foco económico de la ciudad sigue siendo la peregrinación a la tumba del Apóstol. Cada año llegan a ella entre 100.000 y 300.000 peregrinos procedentes de todos los lugares del mundo.

Situada a 478 kms. de Madrid, la distancia nos aconseja realizar el viaje en avión, pues su Aeropuerto tiene conexiones diarias con líneas regulares, y con distintas compañías low cost, que aproximadamente en una hora y cuarto realizan el trayecto. Y a su vez, desde el aeropuerto santiagués tenemos una sencilla conexión con el centro de la ciudad a través de autobuses urbanos y también a través de conexiones shuttle que fletan las propias compañías aéreas. De cualquier modo, el viaje desde Madrid también se puede realizar en autobús (8-9 horas) o en tren (7-8 horas), cosa que desde aquí desaconsejamos, a no ser que se cuente con mucho tiempo, con varios días, para realizar el viaje.

Santiago de Compostela es una ciudad construida en piedra. Absolutamente todos los edificios del centro histórico e incluso sus calles están labrados en granito, que es la piedra más abundante de Galicia. Por esta razón, también por su antigüedad, sobre todo por su importancia cultural, y por su genial estado de conservación, la Unesco decidió incluir la ciudad vieja de Santiago de Compostela en la lista de ciudades protegidas como Patrimonio de la Humanidad en 1985. Eso no fue todo, porque en 1987 también consiguió esta figura de protección legal de Patrimonio de la Humanidad la propia ruta histórica de peregrinación, al considerarla como el primer itinerario cultural europeo de la historia. No es de extrañar, porque millones de peregrinos, y más de mil años de uso, todavía dan sentido hoy al “Camino de Santiago”. La ciudad de Santiago de Compostela lo experimenta continuamente, a diario. La ciudad es pequeña pero su vida es intensa. A pesar de que por sus calles circulen cualquier día del año peregrinos de todos los rincones del planeta hablando todo tipo de lenguas; para los habitantes sigue siendo natural hablar en gallego, lengua cooficial en toda Galicia junto con el castellano, y que en muchos aspectos no difiere demasiado del portugués. Os resultará, probablemente, un poco complicado comprenderlo, pero es más una cuestión de acento que de idioma. Probad a leer algo en gallego, y veréis como la diferencia con el castellano no es exagerada.

Visitad la Plaza del Obradoiro, es obligatorio y es el punto neurálgico del centro histórico. No importa por dónde o cómo lleguéis a la ciudad porque vuestros pasos –y los de todos los peregrinos– os llevarán en ella. Es el centro neurálgico de la ciudad, y el punto en el que se suelen reunir para descansar, charlar, meditar, reír, llorar… todos los recién llegados, peregrinos o no. Es la imagen más emblemática de la ciudad. El nombre de obradoiro (que traduciríamos como obrador o lugar de obras) le viene desde la época de construcción de la Catedral, pues en este lugar se reunían todo tipo de trabajadores que contribuían con sus distintos oficios a finalizar las obras de la inmensa iglesia catedral que la preside.

Y evidentemente no sólo la catedral, sino que algunos de los edificios más significativos de la ciudad tienen aquí sus fachadas. Al Oeste está el más moderno de todos. Es el Palacio de Rajoy, que es la sede del Gobierno político de Galicia y nos quiere recordar la tipología de palacios o grandes construcciones civiles de la región –pazos en gallego–. A su lado, cerrando por el Norte la plaza, se encuentra uno de los hoteles más lujosos de España: El Parador de los Reyes Católicos. Y como su nombre nos dice muy claramente, fue mandado construir por estos monarcas, en el año de 1486; pero no como hotel, sino como hospital, que es el nombre que entonces recibían los albergues –gratuitos– destinados a los peregrinos. Su fachada es espectacular, y nos habla de la llegada del arte renacentista a España. Si vuestro presupuesto alcanza para un “café no muy barato”, entrad a su cafetería, pues es la única forma de visitarlo. O por supuesto, durmiendo en él. Pero para eso el presupuesto ha de ser bastante más elevado (al menos de 280€ por noche).


Al Este de la plaza se encuentra la Catedral de Santiago de Compostela. No os dejéis engañar. Su aspecto es el de una iglesia barroca típicamente gallega, pero como a menudo sucede con el estilo barroco, es puro teatro. Y es que efectivamente, en el siglo XVIII el Obispo de Compostela decidió que una catedral de esta importancia merecía tener un aspecto más acorde a la moda de la época. Y esa es la razón por la que arquitectos gallegos “maquillaron” la gran iglesia. La realidad es que bajo todas esas piedras tan decoradas se encuentra, sin apenas modificación alguna, la iglesia construida entre 1075 y 1188 en un exquisito estilo románico, hecha para sustituir a las más viejas y pequeñas que se habían ido construyendo desde la época del descubrimiento de la tumba. Es la iglesia románica más grande y perfecta de España, y está considerada de las mejores de Europa. Independientemente de un sentimiento religioso o no, merece la pena visitarla.

El acceso habitual a la Catedral de Compostela se está haciendo, no desde la fachada o puerta del Obradoiro, sino desde una de sus portadas laterales, lo cual no significa que en algunos momentos u horas determinadas sí se pueda acceder desde el Obradoiro. Por lo tanto, y de manera habitual, para entrar al templo debéis abandonar la plaza por el sur, y tomar la primera calle a la izquierda, la Rua de Fonseca, que cuesta arriba os llevará a la Plaza de Platerías. En ella se abre la “Portada de Platerías” de la Catedral, vestigio de la original construcción románica, hiperdecorada con esculturas aún de las primeras iglesias que custodiaron la tumba. Por ella accederéis al interior de la iglesia a través de uno de los brazos del crucero. Realizad una visita tranquila, pues aunque no haya oficios religiosos en ese momento, con total seguridad habrá peregrinos exhaustos y personas orando. Si os apetece seguir la tradición debéis hacer varias cosas en el interior: bajar a la cripta para ver la tumba en la que se contienen los restos del Apóstol; y subir hacia la parte trasera del altar por un especio especialmente habilitado, para de este modo poder “abrazar” la escultura del santo. Éstas son las dos tradiciones peregrinas, pero en la Catedral también merece la pena una visita por todo su interior, contemplando sus increíbles capillas y tesoros, y en especial el llamado Pórtico de la Gloria, que es la vieja fachada original, la que daba originalmente a la Plaza del Obradoiro y que debido a las obras de la época barroca sólo puede ser contemplada desde el interior –y para mayor desgracia, en la fecha en que estamos colgando este blog está llena de andamios por razones de una urgentísima restauración–. Artísticamente es lo más interesante de la catedral. Si conseguís verla, aunque sea parcialmente, os sorprenderá el realismo y la finura de unas esculturas que se realizaron en el cambio del románico al gótico (en la transición de los siglos XII y XIII). Si os apetece asistir a misa, todos los días a las 12.00 hay una celebración especialmente dedicada a los peregrinos. Con un poco de suerte, podréis ver en funcionamiento el botafumeiro.

La Catedral ofrece aún más alternativas para la visita. Al margen de la gran cantidad de obras de arte que alberga en sus numerosas capillas interiores, ha de saber el viajero que puede visitar la gran iglesia desde otro punto de vista. Quizás el más original, o el más diferente, es realizar una visita a las cubiertas (tejados) de la catedral. Es una oportunidad única de ver un edificio de tanta antigüedad y de tales dimensiones de una manera diferente. La información de la visita se puede conseguir en la misma plaza del Obradoiro visitando el llamado Palacio de Gelmírez: en la práctica el edificio adosado a la fachada de la Catedral. Además de subir a los tejados del edificio religioso, la visita es aconsejable porque para acceder se atravesará el citado palacio, una de las pocas oportunidades que hay en todo el país de visitar un edificio en perfecto estilo románico, que no sea una iglesia. La otra opción de visita a la catedral es la visita a sus museos. Con la entrada a los museos nos aseguramos la posibilidad de conocer el claustro de la catedral, la cripta del Pórtico de la Gloria (centro de interpretación del pórtico), varias dependencias interiores cerradas al público en general, restos (y reconstrucción) del viejo coro de la catedral…


Pero Compostela no acaba en la Catedral. Por todas las inmediaciones del templo disfrutaréis de hermosas calles y plazas de sabor antiguo. A destacar la Plaza da Quintana dos mortos (literalmente plaza de los muertos), llamada así por haber sido lugar de enterramiento de muchos fieles que quisieron descansar cerca del Apóstol. Es la plaza que está inmediatamente detrás de la Catedral, partida en dos niveles por una gran escalera, y en la que si tenéis suerte, muchas noches se organizan conciertos de música o bailes tradicionales. No lejos de allí, un poco más al norte, se encuentra la Plaza de Cervantes (Compostela fue una de las ciudades por las que pasó el escritor del Quijote), desde la que sale la pintoresca Rua de Azabachería, que entre todo tipo de construcciones en piedra, os devolverá al otro lateral de la Catedral, donde se encuentra el Monasterio de San Martín Pinario. Éste, es una de las joyas del barroco español. Hoy convertido en hotel, todavía es visitable, aunque para ello tengáis que hacer la visita entrando a través de su iglesia que está situada todavía más al norte. Si os gusta la espectacularidad del arte barroco, su retablo es de lo más llamativo de todo el país, y además en un total de 12 salas se recorrerán gran parte del antiguo y gigantesco monasterio, incluida la botica original, salas con fondos bibliográficos antiguos, e incluso un viejo “gabinete de historia natural”.

Nos queda por explorar el sur del centro histórico. Éste está compuesto por calles más o menos paralelas (Rúa dos Francos, Rúa da Raíña, Rúa do Vilar, Rúa Nova…), todas convergentes hacia la ampliación moderna de la ciudad, y recordando el espacio antiguo que estuvo completamente rodeado por murallas. Por estas calles encontraréis todo tipo de restaurantes y tiendas de recuerdos y regalos. Y entre éstas surgen de vez en cuando notables edificios, como es el caso de la Casa del Deán (esquina de la Rua do Vilar con la Plaza de Platerías), un viejo palacio dependiente de la Catedral, en el que hoy se entrega la compostelana (documento acreditativo de haber hecho el Camino de Santiago); o como es el caso del Colegio Fonseca (al principio de la Rua de los Francos) que es uno de los muchos edificios históricos de la Universidad de Santiago de Compostela, y en el que destaca su hermoso patio renacentista. No son los únicos edificios o palacios históricos, pero sí son los fácilmente visitables. En realidad toda la ciudad antigua está repleta de bellos ejemplos, como son el Palacio de Vaamonde, o el Palacio de Feixoo, o el Palacio de Fondevila… cito sólo los más conocidos. El problema es que la inmensa mayoría de ellos son de propiedad particular, y por tanto su visita turística no es posible. Sí podemos en cambio disfrutar de otros lugares públicos de Compostela, caso de su interesante Mercado de Abastos, o de los parques públicos entre los que destaca el Parque de la Alameda por sus magníficas vistas de la Catedral. Y por supuesto, no podían faltar los museos para completar una buena oferta turística. Visita interesante puede ser el Museo del Pueblo Gallego, situado justo en las afueras del centro histórico, en pleno Camino de Santiago. En su interior, alojado en un antiguo Convento, se encuentran todo tipo de piezas etnográficas y culturales que nos presentan a Galicia desde otro punto de vista: trabajos tradicionales relacionados con la agricultura y con el mar, arquitectura tradicional típica, y una pequeña colección de obras de arte, en su mayoría sacras.


Compostela es también ciudad universitaria desde antiguo (una de las primeras españolas) y por esa razón aún hoy es un centro educativo importante. Esto deja grandes ventajas en la ciudad, pero la que más os puede interesar durante vuestro viaje, es el ambiente universitario. Cada atardecer en la ciudad, los peregrinos se van sustituyendo progresivamente por estudiantes a excepción, claro está, de los meses de verano en que están de vacaciones. Y entonces las tiendas de recuerdos van cerrando para ceder espacio a los bares y locales de ambiente que están diseminados por la zona sur del centro histórico, y en la zona universitaria de la ciudad moderna. También es muy aconsejable en Compostela disfrutar de su rica y variada gastronomía. Galicia es una de las regiones españolas con una cultura gastronómica más diferenciada. Entre sus platos más tradicionales está la empanada, el caldo gallego, el pulpo, el lacón con grelos, y numerosas recetas de pescados y mariscos, tan abundantes en las cercanas costas gallegas. Entre los postres uno por encima de todos: la tarta de Santiago; una tarta hecha a base de almendra molida, azúcar y huevo. Y también es Galicia tierra de vinos. Sus mejores son los blancos, y de muchas variedades. El más barato el Ribeiro, ácido y fresco. Y de lo más famoso y menos económico el Albariño o los vinos de las Rías Baixas, mucho más afrutados, pero también con un punto de acidez en ocasiones. Todos han de tomarse bien fríos. Una botella puede tener un precio medio de 15€, pero por mucho menos (2-3€) conseguiréis una copa en uno de los muchos bares del centro histórico, acompañado seguramente de algún pincho típico.

Por su cercanía al mar, Santiago de Compostela es una ciudad con un clima relativamente templado, sin grandísimas oscilaciones de temperatura. Pero esa cercanía al Océano Atlántico, también provoca que la ciudad sea una de las primeras en enfrentarse a todas las borrascas que llegan a España. El resultado es que Compostela es una de las ciudades más lluviosas del país, aunque en realidad hay que aclarar que su clima más que lluvioso habrá que definirlo como inestable, pues es muy fácil que en un mismo día llueva y haga sol varias veces. Tened esto especialmente en cuenta si visitáis la ciudad en primavera y otoño. El invierno suele ser bastante fresco, y el verano bastante cálido.

En cuanto al alojamiento, Compostela es una ciudad llena de hoteles, pensiones y albergues. Cuanto más cerca estemos del verano o de alguna festividad, más difícil será encontrar alojamiento, pues aumenta de manera espectacular el número de visitantes y peregrinos. Por esa razón será buena idea reservar antes un alojamiento, ya sea en el centro histórico o en los alrededores. Los encontraréis de todos los precios y calidades. Quizás una opción sea dormir en el llamado Monte del Gozo, lugar alejado unos cuatro kilómetros del centro histórico (pero comunicado por autobuses), y que es un inmenso albergue –con unas 1000 camas– construido para la visita del Papa Juan Pablo II. Las habitaciones no son lujosas, sino funcionales, la mayoría múltiples (habitaciones de al menos 6 personas en literas), y por eso los precios son bastante razonables. Tened en cuenta la distancia a la ciudad si dormís en él, pues durante el día hay transporte público, pero durante la noche deberéis tomar un taxi, o realizar a pié la distancia.







I.Y.P.

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