jueves, 24 de febrero de 2011

Málaga, la ciudad de la luz.

En el extremo sur de España, en pleno corazón de la Costa del Sol, se encuentra la ciudad de Málaga. Elevada a los altares por algunos de los malagueños más mediáticos, como Pablo Picasso o Antonio Banderas, ha sido también la cuna de grandes hombres de Estado y política, casos del Marqués de Salamanca, o Cánovas del Castillo. Pero la ciudad está en boca de todos cuando hablamos de un buen maridaje entre cultura, relax, ocio… y por supuesto, sol (y playa).

Málaga fue fundada por los fenicios en el siglo VII a.C. Más tarde pasó a ser territorio federado del Imperio Romano, y aún después territorio de pleno derecho. Tras la caída de Roma, el territorio llegó a pertenecer a la provincia bizantina de Spania, conquistada en tiempos de Justiniano I, aunque los visigodos acabaron con aquella hegemonía en el año 615. Tras ellos llegó la invasión musulmana, muy presente en la ciudad pues llegó a ser hasta cuatro veces capital de distintas taifas, para acabar finalmente sucumbiendo al poder cristiano del Reino de Castilla en el año 1487. La Edad Moderna pasó con más pena que gloria, para llegar al siglo XIX, donde Málaga se convertirá poco a poco en una ciudad destacada, gracias a su comercio, a su incipiente industria que la llevó a principios del siglo XX a destacar en la revolución industrial nacional, y a liderar también las distintas revoluciones liberales. Tanto en época de Isabel II, como durante la Guerra Civil Española –recordemos que de Málaga salió, en 1933, el primer diputado comunista electo de España–; guerra que fue fuertemente sufrida en la ciudad.

La segunda mitad del siglo XX traerá un increíble avance a la ciudad. Desde la década de los ’70, la costa malagueña se convierte en uno de los principales polos del turismo nacional e internacional, completamente consolidado en la actualidad, y Málaga se convierte en la capital cultural de la Costa del Sol, creciendo además hasta los casi 600.000 habitantes, lo que la convierte en la sexta ciudad española más grande, y la segunda de la Comunidad Autónoma de Andalucía, a la que pertenece.


Llegar a Málaga desde Madrid es extremadamente sencillo pues dispone de conexión en autobús, tren de alta velocidad y avión. Acaso la única pega es precisamente la distancia, casi 550 kms., lo que aconseja o un transporte rápido, o una estancia de al menos 3 días, para que podamos disfrutar de los muchos tesoros que la ciudad nos ofrece.

El viaje en avión es el más rápido, aunque como también sucede cuando se viaja de Madrid a Barcelona, si sumamos las esperas por controles de seguridad, maletas, etc.; el tren de alta velocidad es una opción que acaba dando el mismo resultado en tiempo, ya que éste no tiene tantas esperas, y nos deja directamente en la ciudad. El aeropuerto Pablo Picasso de Málaga está situado a sólo 8 kilómetros del centro de la ciudad. Las instalaciones son completamente nuevas, ya que el aeropuerto, de los más viejos de España, ha sido completamente remodelado y ampliado en fechas recientes, pues es de carácter internacional y gestiona gran cantidad de vuelos, especialmente en fechas estivas (12 millones de pasajeros en 2009, el cuarto en el ranking nacional). Una vez en el aeropuerto, el transporte a la ciudad se puede realizar con alguna de las distintas líneas de autobuses urbanos que conectan con el centro de la ciudad, o con la red de cercanías de Renfe, que tiene parada en el propio aeropuerto, justo frente a la Terminal 3. Si por el contrario elegimos el Tren de Alta Velocidad, la estación de salida en Madrid será Atocha, y el tiempo del viaje oscilará entre las dos horas y media y las tres, dependiendo del número de paradas que realice nuestro tren. La estación de destino es la Estación María Zambrano, situada en pleno corazón de la ciudad, a escasos metros del Puerto marítimo, y como sucede habitualmente con la Alta Velocidad, si queremos conseguir un buen precio hemos de comprar el billete con mucha antelación, aprovechando alguna de las ofertas. La tercera de las opciones, y siempre la más barata, es el autobús. La compañía que da servicio a esta ruta es Daibus, y la estación de salida en Madrid es la Estación Sur. El tiempo del viaje oscilará entre las 7 y 8 horas, dependiendo de las paradas y ruta que realizan, cuestión aconsejable de preguntar a la hora de comprar el billete, pues unos autobuses tardan más que otros al hacer más recorrido.


Una vez en Málaga, hemos de saber que el espacio que mejor define y explica a la propia ciudad, es su centro histórico. Por ello, un buen lugar para iniciar nuestro recorrido sugerido es la Alameda Principal, calle espaciosa completamente llena de gigantescos ficus, y paralela al Mar Mediterráneo. Desde el extremo Este de ella, y dejando el puerto a nuestra espalda, podemos adentrarnos en el centro histórico a través de la Plaza de la Marina, donde podremos ver la escultura del Marqués de Larios, obra de Mariano Benlliure. Desde aquí ya podemos ver la Calle Larios, que es la que hemos de tomar. Se trata de la calle más emblemática de la ciudad, comercial y peatonal, nos va a servir de referente para la primera parte de nuestro paseo a pie. A escasos metros, caminando por la dicha calle Larios en dirección norte, podemos hacer la primera desviación por la calle de las Atarazanas, para visitar el “Mercado Árabe”. Llamado así, o llamado también “Mercado de las Atarazanas”, o “Mercado principal”, es el mercado más grande de la ciudad, y sólo por ello ya merece una visita. Pero además, el edificio nos traerá recuerdos de aire musulmán, pues su acceso principal fue rescatado de la vieja construcción mora. Se quería con ello recordar, no sólo el pasado árabe de la ciudad, sino que en este mismo lugar estuvieron los talleres navales de aquella época, en los que se reparaban, construían y conservaban las embarcaciones marítimas.

Regresaremos sobre nuestros pasos a la Calle Larios para retomarla nuevamente en dirección norte. Hacia la mitad de la calle, a nuestra derecha, será buena idea adentrarnos por la calle Strachan hasta que ésta se acabe. Ante nosotros se levantará la gran Catedral de la Encarnación de Málaga. Comenzada a construir en 1528 sobre la antigua mezquita mayor de la ciudad, es uno de los grandes edificios renacentistas de Andalucía, aún a pesar de que sus obras se extendieron hasta el siglo XVIII. Destaca especialmente su interior, completamente renacentista, realizado de acuerdo a los planos e ideas del arquitecto Diego de Siloe, uno de los grandes genios del siglo XVI español; y cuyas obras pasaron después a ser dirigidas por otros grandes arquitectos como Andrés de Vandelvira y Hernán Ruíz II; todos ellos arquitectos de primerísima fila durante el Renacimiento. También merece especial atención su magnífica sillería del coro, obra de Pedro de Mena. Su fachada principal, realizada siglos después, es ya barroca, y además una de sus torres nunca fue finalizada por falta de dinero. Se cree que el presupuesto para su construcción fue el dinero enviado como ayuda a los Estados Unidos de América durante su Guerra de Independencia, como se recuerda con una inscripción, aunque este dato no está completamente asegurado.

Podremos ahora regresar nuevamente a la Calle Larios, por la que seguiremos en dirección norte hasta la Plaza de la Constitución, que es el gran espacio público de la ciudad, y que siempre lo ha sido desde la reconquista cristiana del siglo XV, haciendo las funciones de Plaza Mayor. Saldremos de ella continuando por la prolongación de la calle Larios, que ahora muda su nombre al de Calle de Granada. El perfil de ésta es sinuoso, y nos permitirá ir viendo algunas de las construcciones más antiguas y tradicionales de la ciudad, hasta que finalmente nos dejará, junto al Museo Picasso. El acceso a éste se realiza a través de la Calle San Agustín, y en su interior encontraremos una colección permanente, fruto de las donaciones de familiares del artista malagueño, basándose en la idea de que el propio pintor quiso fundar en su ciudad natal un museo, algo que no pudo llegar a realizar durante su vida. Posteriores contactos con la ciudad de su viuda, y finalmente sus hijos, propiciaron que en 2003 se inaugurase este museo, que además de la exposición permanente, presenta siempre una o varias exposiciones temporales, normalmente centradas en el ámbito vital y artístico de Picasso, a través de otras corrientes artísticas, y de otros autores.


La siguiente idea sugerida en esta visita a la ciudad de Málaga, es la de acercarse a la parte más vieja, en la que se encuentran algunos de los más importantes monumentos. La zona a visitar está a escasos metros del Museo Picasso, concretamente a las espaldas del edificio, y por lo tanto tan sólo tendremos que callejear un poco en dirección este, para encontrar el inicio de la gran colina en la que se asientan los restos romanos y la alcazaba árabe. En la parte inferior está el Teatro Romano, que sólo fue encontrado en 1951 durante unas obras en la antigua casa de la cultura. La construcción es del siglo I d.C., y conserva en bastante buen estado parte del graderío y de la orchestra, aunque por desgracia no se conserva el escenario, que fue prácticamente destruido durante la construcción de la alcazaba árabe, que usó gran parte de sus materiales. En el propio teatro se ha ubicado recientemente un Centro de Interpretación, que además de explicarnos con detalle todos los restos romanos, nos introduce al ámbito imperial y su cultura.

Nos queda por visitar la Alcazaba de Málaga. Situada en lo alto de la colina, es la visita casi obligatoria o más emblemática de la ciudad. En la Alcazaba está la razón de ser de la ciudad durante la época musulmana, pues en ella habitaban los gobernadores y dirigentes, en tanto que se trata de un complejo palaciego que estaba completamente amurallado en uno de los ángulos de la ciudad. Construida sobre la roca a la que se adapta perfectamente, desde el siglo XI, fue modificada varias veces hasta el siglo XV. Todavía hoy llama la atención por su situación imponente, y por la belleza y riqueza de algunas de sus estancias. Aunque algunas de las dependencias más antiguas nos recordarán elementos cordobeses; especialmente por la decoración de sus arcos; pero el espacio más significativo son los llamados “cuartos de Granada, situados en pleno corazón de la construcción, y que eran la residencia de los reyes y gobernadores. Se construyeron al estilo granadino, en torno a distintos patios con estanques, y con gran sencillez en sus formas y decoraciones, si lo comparamos con la Alhambra. No obstante, es una visita aconsejada, al igual que el resto de dependencias de la Alcazaba, compuesta por el llamado barrio de casas –en el sector más oriental–.

Desde la Alcazaba, a través de la Coracha y Jardines de Puerta Oscura, se puede acceder al Castillo de Gibralfaro, aunque otra opción fantástica es hacerlo con el autobús número 35 desde el Paseo del Parque, en el centro de la ciudad, ya que las cuestas son considerables; o a través de un ascensor público, situado en la calle Guillén Sotelo. No sabemos con seguridad a qué época se remonta la primera construcción del castillo, y se ha llegado a especular incluso con la época fenicia, sobre todo porque su nombre, arabizado, significa “montaña del faro”, y por tanto se cree en la existencia de esta vigía luminosa para los marinos más antiguos, de la que de cualquier modo, nada queda. El edificio actual, es de fundación musulmana, al igual que la inmensa coracha o muralla exterior que responde al siglo XIV. El castillo propiamente dicho fue modificado varias veces durante la Edad Moderna, razón por la que se perdieron gran parte de las estancias, incluida la mezquita, y en época mucho más reciente, en sus dependencias se ha ubicado el Museo Arqueológico. Aún así, merece la pena la visita, que además nos dejará las mejores imágenes de la bahía de Málaga, y de la propia ciudad, e incluso si tenéis suerte y la atmósfera está despejada, se llegarán a ver las montañas del continente africano.


Hasta aquí he sugerido sólo una de las infinitas opciones de visita para la ciudad de Málaga. La ciudad encierra en sus calles otros muchos atractivos, como pueden ser el Museo de Artes y Costumbres Populares, o el Museo de Arte Sacro, ubicado en la abadía cisterciense de Santa Ana, y de especial interés por la gran repercusión y fama (merecida) de la Semana Santa malagueña. O podemos incluso realizar una visita urbana en función de algunos de sus impresionantes palacios y edificaciones, caso del Palacio de Zea-Salvatierra, caso del Palacio Episcopal, caso de la Antigua fábrica de Tabaco, el viejo Edificio de Correos que hoy es la sede del Rectorado de la Universidad de Málaga, o el hermoso Teatro Miguel de Cervantes.

Pero podemos también organizar nuestra visita en función de otros temas. Así por ejemplo, en la Oficina de Turismo de Málaga –situada en la Avenida de Cervantes número 1–, nos podrán informar sobre la llamada “Ruta de Picasso”, en la que recorreremos los principales lugares e hitos en la vida malagueña del pintor cubista; o podremos realizar la llamada “Ruta Romántica”, que además de algunos de los principales monumentos de la ciudad incluye jardines, la plaza de Toros…, o la “Ruta Botánica”, que nos guiará por los principales espacios verdes y jardines de la ciudad, y que efectivamente es de interés botánico por su variedad y riqueza.


Evidentemente nos queda por comentar unos de los principales atractivos de Málaga, y que también justifican una estancia de varios días en la ciudad: su ocio, y su mar. Las playas malagueñas son excepcionales, pues repartidas por todo el litoral de la ciudad en número de 16, acumulan hasta 14 kilómetros de extensión, y por su carácter urbano están perfectamente comunicadas con el centro de la ciudad con transporte público. Buenos destinos pueden ser las playas de la Malagueta (la más popular), Pedregalejo o San Andrés, que al ser las más cercanas a la ciudad son las mejor comunicadas, aunque también por ello las más masificadas. En cuanto al ocio nocturno, el centro histórico es el epicentro de la fiesta malagueña, especialmente entre la Plaza de la Constitución y la Plaza de la Merced, sirviendo de arteria principal la Calle Granada. Otra zona de buen ambiente, probablemente algo más relajado, y sobre todo diverso, son las propias playas, en especial La Malagueta. Aquí, al caer el sol, el ambiente se transforma, ya que la mayoría de sus “chiringuitos” ofrecen entonces tranquilidad, música y terrazas para disfrutar de la noche. Conviene recordar no obstante, que este ambiente de ocio en la playa es mucho más habitual durante los meses de verano; mientras que en el centro histórico cualquier época del año es buena para encontrar locales de ambiente.

Aprovechad también la visita a Málaga para probar algunos de sus productos típicos. Como buena ciudad mediterránea, su dieta es variadísima y de antigua tradición. Quizás por ello, entre lo más tradicional están platos de pescado y de sencillez increíble, caso del pescaíto frito, o el espeto de sardinas. Y seguramente también será una buena idea probar su vino: pedid un “vino de Málaga” y comprobaréis lo dulce que es esta bebida alcohólica, protegida por una Denominación de Origen, y elaborada principalmente a partir de uvas de la variedad Moscatel y Pedro Ximenez, y que en ocasiones nos hará dudar de si es vino o por el contrario un licor. Y cuidado con su dulzura, pues evidentemente es una bebida alcohólica.


Málaga es un destino fantástico en cualquier época del año. Su clima mediterráneo, y su cercanía al mar, nos aseguran una buena temperatura tanto en invierno como en verano, con máximas estivales que no superan con facilidad los 30º, alejándose del calor tórrido que puede existir en muchas partes de Andalucía. Conviene saber, no obstante, que la Semana Santa en Málaga es especialmente sentida y concurrida, razón por la cual convendrá planificar bien el viaje si coincide con estas fiestas, sabiendo que encontraremos la ciudad tomada por malagueños, turistas, procesiones… y será incluso difícil moverse con cierta libertad por ella. Otra época complicada puede ser la de la Feria de Málaga, que se hace coincidir con las fiestas patronales (mediados de Agosto), así como los principales puentes y épocas vacacionales de España, en los que no sólo la ciudad de Málaga, sino todo el litoral provincial, se abarrotan. Pero planificando un poco el viaje, con cierta previsión, cualquier momento es realmente bueno para visitar Málaga.



Video de Promoción turística de Málaga.




I.Y.P.

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